por Angel Morant
Los expertos llevan siglos intentando desentrañar el origen de la palabra "cebra", el nombre con que los marinos portugueses bautizaron al famoso équido rayado de Africa. Fue a principios del siglo XX cuando el filólogo portugués E. Merea demostró, de manera definitiva, que la palabra "zebro" era también usada por españoles y portugueses para designar a una especie de asno salvaje que habitaba nuestra Península Ibérica.
El zebro, junto con otros animales de la fauna ibérica como el lobo, el oso, el ciervo, etc..., es mencionado en diversos tratados españoles de caza de la Edad Media y del Renacimiento. En algunas de estas obras se le describe como similar a una yegua cenicienta por su pelo "del color de las ratas", con una raya que le recorría toda la espalda hasta la cola- como en el mulo- y un hocico oscuro. ¿Podría tratarse simplemente de asnos asilvestrados?. La cuestión no está del todo clara y la identidad zoológica del misterioso animal del cual la cebra africana ha tomado prestado su nombre sigue planteando serios interrogantes.
Ahora, los arqueozoólogos Carlos Nores y Corina Liesau (1992) afirman haber dado con la solución de este enigma zoológico tan antiguo. En un reciente artículo publicado en la revista Archaeofauna, aseguran tener buenas razones para pensar que el zebro ibérico no es otro que el Equus hydruntinus, un équido prehistórico del Pleistoceno europeo. Según Nores y Liesau, este animal podría haber sobrevivido en el sur de España y , tal vez, en algunas regiones remotas de Portugal hasta el siglo XVI.
Las afinidades precisas de Equus hydruntinus han sido siempre objeto de vivas polémicas. Mientras que la mayor parte de los autores piensan que se trataba de un asno, otros, basándose en restos de su dentición, aseguran que sus parientes vivos más próximos son las cebras africanas. Hasta hace poco se pensaba que el Equus hydruntinus se extinguió hace 12000 años, pero en algunos yacimientos españoles del Neolítico y de la Edad de Bronce se han encontrado los huesos de un pequeño équido que pueden contribuir a cambiar este tradicional punto de vista. Aunque su identificación resulta difícil, debido a su estado fragmentario, dos paleontólogos alemanes que los han examinado están convencidos de que pertenecen al Equus hydruntinus ( vale la pena mencionar aquí que el asno doméstico africano, un animal cuyos restos podrían ser confundidos facílmente con los del Equus hydruntinus, no fue introducido en la Península Ibérica hasta el siglo VIII A.C. ).
Recientemente, Nores y Liesau han descubierto restos más completos de un équido parecido en un yacimiento de la Edad de Bronce del sur de España. Los huesos están siendo analizados en el departamento de zoología de la Universidad de Madrid.
El zebro, junto con otros animales de la fauna ibérica como el lobo, el oso, el ciervo, etc..., es mencionado en diversos tratados españoles de caza de la Edad Media y del Renacimiento. En algunas de estas obras se le describe como similar a una yegua cenicienta por su pelo "del color de las ratas", con una raya que le recorría toda la espalda hasta la cola- como en el mulo- y un hocico oscuro. ¿Podría tratarse simplemente de asnos asilvestrados?. La cuestión no está del todo clara y la identidad zoológica del misterioso animal del cual la cebra africana ha tomado prestado su nombre sigue planteando serios interrogantes.
Ahora, los arqueozoólogos Carlos Nores y Corina Liesau (1992) afirman haber dado con la solución de este enigma zoológico tan antiguo. En un reciente artículo publicado en la revista Archaeofauna, aseguran tener buenas razones para pensar que el zebro ibérico no es otro que el Equus hydruntinus, un équido prehistórico del Pleistoceno europeo. Según Nores y Liesau, este animal podría haber sobrevivido en el sur de España y , tal vez, en algunas regiones remotas de Portugal hasta el siglo XVI.
Las afinidades precisas de Equus hydruntinus han sido siempre objeto de vivas polémicas. Mientras que la mayor parte de los autores piensan que se trataba de un asno, otros, basándose en restos de su dentición, aseguran que sus parientes vivos más próximos son las cebras africanas. Hasta hace poco se pensaba que el Equus hydruntinus se extinguió hace 12000 años, pero en algunos yacimientos españoles del Neolítico y de la Edad de Bronce se han encontrado los huesos de un pequeño équido que pueden contribuir a cambiar este tradicional punto de vista. Aunque su identificación resulta difícil, debido a su estado fragmentario, dos paleontólogos alemanes que los han examinado están convencidos de que pertenecen al Equus hydruntinus ( vale la pena mencionar aquí que el asno doméstico africano, un animal cuyos restos podrían ser confundidos facílmente con los del Equus hydruntinus, no fue introducido en la Península Ibérica hasta el siglo VIII A.C. ).
Recientemente, Nores y Liesau han descubierto restos más completos de un équido parecido en un yacimiento de la Edad de Bronce del sur de España. Los huesos están siendo analizados en el departamento de zoología de la Universidad de Madrid.
Nota: Dibujo de la portada de este escrito.
Posible representación del Equus hydruntinus ( pintura rupestre de la cueva de Trois-Freres)
BIBLIOGRAFIA
NORES Carlos y Corina LIESAU
1992 La zoología histórica como complemento de la arqueozoología. el caso del zebro. Archaeofauna, 1. 61-71