Entrevisto a la señora ROSA MARIA ALCAMAN NECUQUEO, 42 años, casada, estudios universitarios, Ingeniera en Ejecución Agrícola, domiciliada en Vilcún, comuna homóloga, de la Región de la Araucanía, parcela Quilicura, expone:
Yo tenía 6 años – 1984 – y vivía en la localidad de Pelantero,
comuna de Galvarino, misma región, mis dos padres eran Profesores rurales y nos
hacían clases, junto a mi hermana mayor, Marcela, de 7 años.
Una noche, a fines de ese año, estaba en cama con mi hermana
y de pronto despertamos las dos, sin saber por qué. Deben haber sido las 10 u
11 de la noche, y nos pusimos hacía los pies de la cama, ya que vimos en el
patio y cerca de la muralla una mancha de la luz blanca, no muy luminosa,
próxima a la ventana, por donde entraba su luz y después se iluminó
completamente la pieza con una luminosidad blanca y potente, pero no molestaba
a la vista. No tuvimos miedo, según recuerdo. Nunca había visto una luz tan potente,
pero no molestaba los ojos. Luego esa luminosidad se extinguió y nos volvimos a
quedar dormidas. No dimos aviso a nuestros padres.
La testigo
Al otro día, en mi pieza a las tres o cuatro de la tarde,
volví a sentir que alguien me observaba y fui a la ventana y nuevamente vi a
ese ser que me miraba fijo y me sentí como nuevamente atrapada. Cuando
reaccioné grité. Vinieron mi madre y mi hermana. Cuando mi madre me tenía
abrazada, y vi al ser dentro de la pieza, junto a la pared, pero ellas no lo
vieron. Salimos de la pieza y mi madre Teresa me dijo me iba a santiguar.
En la noche nos fuimos a acostar como a las 11, y de repente
veo que esta figura me está, observando dentro de la pieza. El miedo era tan
grande que comencé a gritar. Acudió mi padre Darío y le dije “papa, vino a
buscarme.” Mi hermana despertó a los gritos. Esa noche dormí con mi padre.
Quedé muchos años con esa sensación de ser observada. Nadie de mi familia lo vio y eso fue lo más extraño. No se volvió a repetir en el futuro.
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