martes, 17 de diciembre de 2024

TESTIMONIO DE POSIBLE CONTACTO CON SER REPTILIANO

LA ENTREVISTA

Entrevisto a la señora ROSA MARIA ALCAMAN NECUQUEO, 42 años, casada, estudios universitarios, Ingeniera en Ejecución Agrícola, domiciliada en Vilcún, comuna homóloga, de la Región de la Araucanía, parcela Quilicura, expone:

Yo tenía 6 años – 1984 – y vivía en la localidad de Pelantero, comuna de Galvarino, misma región, mis dos padres eran Profesores rurales y nos hacían clases, junto a mi hermana mayor, Marcela, de 7 años.

Una noche, a fines de ese año, estaba en cama con mi hermana y de pronto despertamos las dos, sin saber por qué. Deben haber sido las 10 u 11 de la noche, y nos pusimos hacía los pies de la cama, ya que vimos en el patio y cerca de la muralla una mancha de la luz blanca, no muy luminosa, próxima a la ventana, por donde entraba su luz y después se iluminó completamente la pieza con una luminosidad blanca y potente, pero no molestaba a la vista. No tuvimos miedo, según recuerdo. Nunca había visto una luz tan potente, pero no molestaba los ojos. Luego esa luminosidad se extinguió y nos volvimos a quedar dormidas. No dimos aviso a nuestros padres.

La testigo

Días después, cuando en la tarde fui a buscar leña a la bodega, sola, me sentí observada. Esa sensación. Cuando ya tenía la leña en mis brazos, sentí que alguien me miraba. Levanté la vista y entonces a poca distancia, vi a un ser en dos pies, de espalda a la puerta, de estatura normal, le calculo 1,70 metros, con dos brazos a lo largo, no me fijé en las manos. Estaba sin ropas, e inmediatamente me di cuenta que en el lugar se olía como a carne podrida o excremento, muy desagradable. Su piel era escamosa, con acentuado color café y verde oscuro. Sus facciones eran las de un lagarto, con la gran boca cerrada y sus dos ojos muy redondos y grandes, oscuros. Sus brazos eran largos y musculosos, al igual que sus dos piernas. Una mezcla entre lagarto y serpiente. Yo quedé inmovilizada con la sorpresa y su mirada era poderosa, y me sentí como si quisiera apoderarse de mi cerebro. Me miraba fijamente, quedé como helada, sin respirar apenas, hasta que reaccioné y boté la leña y salí corriendo del galpón. Le avisé a mis padres, mi padre fue corriendo al galpón y no encontró nada. Yo les dije que allí había una “persona mala”.

Al otro día, en mi pieza a las tres o cuatro de la tarde, volví a sentir que alguien me observaba y fui a la ventana y nuevamente vi a ese ser que me miraba fijo y me sentí como nuevamente atrapada. Cuando reaccioné grité. Vinieron mi madre y mi hermana. Cuando mi madre me tenía abrazada, y vi al ser dentro de la pieza, junto a la pared, pero ellas no lo vieron. Salimos de la pieza y mi madre Teresa me dijo me iba a santiguar.

En la noche nos fuimos a acostar como a las 11, y de repente veo que esta figura me está, observando dentro de la pieza. El miedo era tan grande que comencé a gritar. Acudió mi padre Darío y le dije “papa, vino a buscarme.” Mi hermana despertó a los gritos. Esa noche dormí con mi padre.

Quedé muchos años con esa sensación de ser observada. Nadie de mi familia lo vio y eso fue lo más extraño. No se volvió a repetir en el futuro.

 Raúl Gajardo Leopold - Investigador 19.02.2020


 

                                                                                                 

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