EL ORANG -PENDEK DE SUMATRALA PERIODISTA DEBORAH MARTYR, TESTIGO PRIVILEGIADO
Desde los primeros años del siglo XIX se tienen noticias de la presencia, en la mitad meridional otra isla Indonesia, Sumatra, de unos pequeños seres aún más parecidos a los humanos. Su estatura varía entre treinta y ciento sesenta centímetros. Su piel es pardo-rosada, cubierta de un pelaje corto castaño oscuro o negro. Tienen una larga y espesa cabellera, generalmente de color negro azabache, aunque algunos individuos son rubios o castaños. La cara, lampiña, parece humana; tienen la frente alta, las cejas espesas, los ojos oscuros, la nariz y la boca anchas; los dientes son amarillentos, con los caninos desarrollados; la barbilla es afilada, pero huidiza; las orejas son iguales que las del hombre. El tórax es ancho. Los brazos son más cortos que los de los orangutanes y gibones, pero más largos que los del ser humano; no llegan hasta la rodilla. El dorso de las manos está cubierto de pelo. Las piernas son cortas. Aparentemente carecen de cola.
A diferencia del Ebu Gogo, el Orang Pendek es inofensivo y muy tímido. Habla un lenguaje incomprensible, y a veces gruñe. Cuando se ve sorprendido, emite un penetrante "boooooo", y su grito de alarma es un escalofriante "vraaaaag".
Casi nunca sube a los árboles. Se alimenta de brotes y frutos, jengibre, termitas, polluelos, moluscos y crustáceos de agua dulce, serpientes y gusanos que encuentra debajo de las piedras y troncos caídos. Su fruta preferida es la del durión [Durio zibethinus]. A veces asalta las plantaciones de bananas y de caña de azúcar, y roba arroz, pescado seco y piñas. También se le ha visto alimentarse de la carne de animales caídos en trampas puestas por cazadores humanos.
Las huellas que se atribuyen a estos seres presentan cierta variabilidad, pero son siempre muy diferentes de las de los orangutanes y gibones. Se parecen a las de los niños humanos, aunque su forma es más triangular.
Los pueblos de las diferentes regiones de Sumatra, que les distinguen perfectamente de las especies conocidas de primates que habitan en la isla, le han bautizado con diversos nombres: Orang Pendek o Pandek ("hombrecillo"), Orang Letjo ("farfullero"), Orang Gugu, Atoe Pandak, Atoe Rimbo, Sedapa, Ijaoe, Goegoeh, Sedabo, Sindai...
Como ocurre con muchos animales desconocidos, y especialmente con los seres de aspecto humano, se le atribuyen caracteres fabulosos. Se dice que tiene un solo ojo en medio de la frente, que está dotado de una fuerza sobrehumana, que trepa a los árboles con la agilidad de los gecos, y que es capaz de transformarse en tigre. Todo aquél que acampe en la selva sin dejarle una ofrenda de tabaco (o, en su defecto, de musgo seco) en el exterior del campamento, sufrirá el acoso de estos seres, que durante toda la noche armarán jaleo para no dejarle dormir. Se le acusa de quitar la lana a las ovejas para fabricarse un colchón para dormir, pero, por otra parte, ayuda a los que se pierden en la selva. También se dice que camina con los pies girados hacia atrás. Es probable que el origen de esta curiosa creencia sea la confusión de sus huellas con las del oso malayo [Ursus malayanus]. Este animal, de metro y medio de altura, tiene la costumbre de ponerse en pie sobre sus patas traseras, lo que a cierta distancia y en el claroscuro de la jungla podría inducir a confundirlo con un Orang-Pendek. Sin embargo, es incapaz de caminar, y por supuesto de correr, en esa postura erguida. En las huellas de sus patas traseras, semejantes a algunas de las atribuidas al Orang-Pendek, el dedo mayor no es el primero, como en las de los seres humanos, sino el quinto; además, sus garras son parcialmente retráctiles, por lo que a veces no dejan marcas en el suelo. Estas huellas, interpretadas en términos humanos, pueden llevar a la conclusión de que el animal camina con los pies vueltos del revés.
En octubre de 1923, un colono holandés llamado van Herwaarden tuvo un encuentro singular con uno de estos seres en el sureste de la isla. Al caer la tarde, durante una cacería de cerdos salvajes, un movimiento en un árbol llamó su atención. Al acercarse, descubrió a uno de estos hombrecillos acurrucado contra una rama, tratando de pasar desapercibido. Pudo observarlo durante unos minutos, pero, cuando intentó trepar al árbol para verlo más de cerca, el Orang-Pendek emitió un plañidero "hu-hu", que fue respondido desde el interior del bosque, y, poco después, saltó al suelo y se dio a la fuga. El colono apuntó su rifle en dos ocasiones, pero en el último momento fue incapaz de disparar; según su relato, sintió que iba a cometer un asesinato. Esta reacción no es inusual; se repite con frecuencia en encuentros de cazadores con criaturas humanoides.
En 1927, se encontraron huellas atribuidas a un Orang-Pendek alrededor de una trampa para tigres en el sur de la isla. En el interior de la trampa aparecieron algunos pelos y rastros de sangre. Los análisis realizados no consiguieron identificar los pelos, y atribuyeron a la sangre un origen vagamente [sic] humano.
Desde 1989, la periodista británica Deborah Martyr ha realizado varias expediciones a Sumatra para tratar de encontrar al orang pendek, con escaso éxito. Ha recogido huellas semejantes a las de un niño de siete años, aunque más anchas y con el dedo gordo más prominente.
En 2002, tres exploradores británicos, Adam Davies, Andrew Sanderson y Keith Towley, recogieron huellas y muestras de pelo en el oeste de Sumatra. Del análisis de los pelos, realizado en la Universidad Deakin de Melbourne, se ha concluido que pertenecen a una especie desconocida de primate.
Fuente: Archivos IIEE - Chile