miércoles, 25 de noviembre de 2009

HABITANTES DE LAS PROFUNDIDADES

Las especies del abismo en el Censo de la Vida Marina superan ya 17.500
MALEN RUIZ DE ELVIRA - Madrid - 25/11/2009
Fuente: El País de España

En el fondo del mar hay montañas volcánicas, llanuras abisales, cordilleras en las que se crea nueva corteza, pero también hay mucha vida en un ambiente de permanente oscuridad y condiciones extremas. Lo están confirmando los científicos del Censo de la Vida Marina, un megaproyecto internacional en el que participan miles de científicos de más de 80 países, ayudados por lo último en tecnología. Cinco de los 14 proyectos del censo se dedican específicamente a explorar la vida en las profundidades. Dos investigadores españoles, Pedro Martínez Arbizu y Eva Ramírez Llodra, que coordinan sendos de estos cinco proyectos, explican lo que han hecho y encontrado.

Por debajo de los 200 metros ya no existe la fotosíntesis y la oscuridad es permanente. A partir de esta profundidad se han observado ya 17.650 especies, anotadas en el banco de datos del censo. De ellas 5.722 sólo se han visto a más de 1.000 metros bajo el nivel del mar, y las observaciones llegan hasta los 5.000 metros.

"Este año, en julio y agosto, con el barco Meteor alemán exploramos plataformas abisales frente a Argentina y Brasil", comenta desde Alemania Martínez Arbizu, que dirige desde allí el proyecto CeDAMAR. "Lo que hemos visto es que, al contrario que en tierra, el número de especies aumenta desde el Ecuador hacia el Sur; hay una correlación entre lo que se produce en superficie y el alimento que llega a las profundidades por la columna de agua y las aguas argentinas y antárticas son más ricas en fitoplancton".

La plataforma abisal argentina está nada menos que a 5.000 metros de profundidad. En esta expedición se utilizaron dragas y redes de arrastre y en cada muestra se vio una gran biodiversidad. "Si sacamos 50 animales, 45 de ellos pueden ser de especies diferentes", explica este experto. Muchas son nuevas para la ciencia, especialmente las de menor tamaño, como peces de 10 centímetros de longitud y organismos de sólo un milímetro. También han explorado las montañas submarinas a 1.000 millas al sur de las Azores, antiguas islas volcánicas cuyas cumbres están ahora a 200 metros de profundidad. Su objetivo es investigar si, como las islas Canarias o las Galápagos, son centros de especiación, donde surgen nuevas especies debido al aislamiento.

El proyecto que dirige Martínez Arbizu se distingue porque toma sistemáticamente muestras abundantes en cada estación, para evaluar la biodiversidad, la abundancia de especies. Ahora está ilusionado con explorar el Atlántico norte, frente a las costas españolas, en colaboración con el equipo de Victoriano Urgorri.

Ramírez Llodra coordina desde el CSIC en Barcelona el proyecto CHEss, que se centra en la vida alrededor de las fuentes termales del fondo del mar, descubiertas hace pocos años y que pueden estar hasta a 2.000 metros. Es vida que se sustenta en bacterias que se alimentan de compuestos químicos, como el sulfuro de hidrógeno, y por eso se llaman ecosistemas quimiosintéticos. "Este verano se exploraron las dorsales oceánicas de las islas Caimán, y se obtuvieron indicios de fuentes hidrotermales, pero la expedición terminó bruscamente cuando se acercó la tormenta tropical Ida", comenta Ramírez Llodra. También se han detectado indicios en la Antártida, que serán confirmados igualmente en 2010. "Serían las fuentes más profundas, por un lado, y más al sur, por el otro".

Con seguridad, lo desconocido supera con mucho lo conocido, que incluye los curiosos gusanos tubícolas del Pacífico o las gambas ciegas del Atlántico. "Quedan muchos huecos por rellenar, especialmente en el hemisferio Sur", señala esta oceanógrafa. Esto se debe a que las fuentes son ecosistemas pequeños y aislados y su exploración es muy cara, porque hacen falta barcos grandes, con batiscafos, vehículos autónomos o robots no tripulados que permitan tomar muestras con precisión.

El Censo de la Vida Marina termina en octubre de 2010, pero los dos científicos españoles creen que los proyectos de investigación continuarán. "Queda muchísimo por hacer, y el programa ha servido sobre todo para reforzar una verdadera colaboración internacional", concluye Ramírez Llodra.

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