A continuación, un caso poco conocido dentro de la Criptozoología española. Se trata de los restos de un supuesto plesiosaurio hallados en una playa de Zahara de los Atunes ( Cádiz ), caso único en nuestro país.
Los hechos se remontan a una mañana de agosto de 2002 cuando Sergio Pérez González, el descubridor de la misteriosa criatura, se disponía a pasar un agradable día de relax junto a la orilla del mar. Mientras caminaba por la playa, observó que algo había sido arrastrado fuera del agua y depositado en la arena. Al acercarse, descubrió lo que parecían los restos de algún animal marino. Lo primero que le sorprendió fue la enorme cavidad ocular que presentaba el cráneo, así como la forma alargada y picuda de éste.
Los restos del animal se encontraban en un avanzado estado de descomposición, lo que impedía su pronta identificación. Ante la imposibilidad de llevarselos a algún otro lugar más idóneo para su análisis ( debido al gran volumen de los mismos ), Sergio decidió tomar unas imágenes con su teléfono móvil.
En ellas podemos apreciar un cráneo con una longitud de unos cincuenta centímetros de largo y una cuenca ocular de unos 16 centimetros de diámetro. Las mandíbulas permanecen fuertemente pegadas, siendo casi imposible distinguir la unión entre ambas. La mandíbula superior – según el relato del testigo – es cartilaginosa en su punta, siendo la inferior picuda y ósea. El cráneo, en forma de cuña, albergaba dos cuencas oculares enormes de las que se desprendía un globo ocular de unos 6 centímetros de diámetro, con un párpado duro y coriáceo.
La escasa piel que podía distinguirse era de color oscuro mate, con una textura fina y algo coriácea también, en palabras de Sergio Pérez. Además del cráneo, el testigo pudo ver algunas otras partes del cuerpo, entre las que se encontraban una especie de aletas y diversos jirones de piel ya muy descompuestos.
Las fotografías fueron analizadas por varios científicos de reputación internacional, como George Zug del Instituto Smithsonian de Washington y Mike Everhart, Presidente de la Academia de las Ciencias de Kansas, que tuvieron acceso a los documentos gracias a la labor del equipo de Esencia21, quienes llevaron desde el principio el peso de la investigación.
Ambos estudiosos pudieron constatar la existencia de algunos dientes curvos o cónicos en la parte posterior de la mandíbula, como ocurre en los reptiles acuáticos, y no rectos, lo que sería más propio de mamíferos marinos. De igual manera, el cóndilo occipital ( la articulación redondeada donde apoya el cráneo con la primera vértebra cervical ) es sencillo - como el de aves y reptiles - y no doble, como en mamíferos.
Los expertos concluyeron que tanto la forma de la cabeza como el diseño corporal de los restos no encaja con ningún reptil o anfibio conocido, aunque sí con un plesiosaurio, un reptil acuático desaparecido hace unos 65 millones de años.
¿ Que misterioso animal varó en la playa gaditana ?
Los hechos se remontan a una mañana de agosto de 2002 cuando Sergio Pérez González, el descubridor de la misteriosa criatura, se disponía a pasar un agradable día de relax junto a la orilla del mar. Mientras caminaba por la playa, observó que algo había sido arrastrado fuera del agua y depositado en la arena. Al acercarse, descubrió lo que parecían los restos de algún animal marino. Lo primero que le sorprendió fue la enorme cavidad ocular que presentaba el cráneo, así como la forma alargada y picuda de éste.
Los restos del animal se encontraban en un avanzado estado de descomposición, lo que impedía su pronta identificación. Ante la imposibilidad de llevarselos a algún otro lugar más idóneo para su análisis ( debido al gran volumen de los mismos ), Sergio decidió tomar unas imágenes con su teléfono móvil.
En ellas podemos apreciar un cráneo con una longitud de unos cincuenta centímetros de largo y una cuenca ocular de unos 16 centimetros de diámetro. Las mandíbulas permanecen fuertemente pegadas, siendo casi imposible distinguir la unión entre ambas. La mandíbula superior – según el relato del testigo – es cartilaginosa en su punta, siendo la inferior picuda y ósea. El cráneo, en forma de cuña, albergaba dos cuencas oculares enormes de las que se desprendía un globo ocular de unos 6 centímetros de diámetro, con un párpado duro y coriáceo.
La escasa piel que podía distinguirse era de color oscuro mate, con una textura fina y algo coriácea también, en palabras de Sergio Pérez. Además del cráneo, el testigo pudo ver algunas otras partes del cuerpo, entre las que se encontraban una especie de aletas y diversos jirones de piel ya muy descompuestos.
Las fotografías fueron analizadas por varios científicos de reputación internacional, como George Zug del Instituto Smithsonian de Washington y Mike Everhart, Presidente de la Academia de las Ciencias de Kansas, que tuvieron acceso a los documentos gracias a la labor del equipo de Esencia21, quienes llevaron desde el principio el peso de la investigación.
Ambos estudiosos pudieron constatar la existencia de algunos dientes curvos o cónicos en la parte posterior de la mandíbula, como ocurre en los reptiles acuáticos, y no rectos, lo que sería más propio de mamíferos marinos. De igual manera, el cóndilo occipital ( la articulación redondeada donde apoya el cráneo con la primera vértebra cervical ) es sencillo - como el de aves y reptiles - y no doble, como en mamíferos.
Los expertos concluyeron que tanto la forma de la cabeza como el diseño corporal de los restos no encaja con ningún reptil o anfibio conocido, aunque sí con un plesiosaurio, un reptil acuático desaparecido hace unos 65 millones de años.
¿ Que misterioso animal varó en la playa gaditana ?
Fuente: Criptozoología en España (Javier Resines) VER LINKS
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