AFIRMA SU DECLARACIÓN EN ESTUDIOS GENÉTICOS
En medio del continuo debate
sobre la existencia del Bigfoot y criaturas similares, un genetista afirma
haber encontrado evidencias de que una mujer que vivió en el siglo XIX en Rusia
realmente era un yeti. Descubierta en una remota región de la República Autónoma
de Abjasia, una imponente mujer llamada Zana fue capturada por los cazadores
locales en la década de 1850. Zana fue descrita como una bestia salvaje, con
una expresión aterradora como si se tratara de un animal salvaje. Ahora el
profesor Bryan Sykes, de la Universidad de Oxford, asegura que Zana era el
legendario yeti.
El descubrimiento de Zana
Antes de explicar los motivos por los cuales
el profesor Sykes asegura que Zana era un verdadero Yeti, explicaremos la
curiosa historia de la mujer “mitad humana, mitad mono”. Era el año 1850 en la
región de Ochamchira, República de Abjasia. Un grupo de cazadores locales se
encontraba por los bosques cazando cuando encontraron “algo”que cambió sus
creencias y dejó al mundo científico con un enigma inexplicable, hasta ahora.
Lo que vieron era una criatura
que parecía ser humana, sin embargo, no era del todo humana. Era una mujer
joven con rasgos simiescos, con sus brazos, piernas y dedos inusualmente
grandes, y con todo su cuerpo cubierto de un espeso cabello oscuro. Pero lo que
más sorprendió a los cazadores fue que era absolutamente feroz, sin embargo, los
cazadores lograron capturarla con vida y la llevaron a la aislada aldea de
T’khina, a ochenta kilómetros de T’khina, donde residía un noble llamado Edgi
Genaba.
Genaba mantuvo a la “criatura”
en una jaula durante los tres primeros años después de su captura. Con el paso
del tiempo, el noble consiguió domarla y le dio el nombre de Zana. Aprendió
algunas tareas simples tales como recoger el maíz y llevar madera, pero nunca
consiguió que hablara, la única forma de comunicación eran los gruñidos y los
aullidos.
Zana era inmensamente fuerte,
podía levantar sin esfuerzo un saco de 80 kg de harina con una mano y luego
llevarlo cuesta arriba. Podía subir sin esfuerzo árboles para recoger uvas y
corría más rápido que un caballo. Pero ella se vio obligada a mantener
relaciones sexuales con varios hombres de la localidad, y como resultado dio a
luz a varios hijos.
Relatos de la época indican
que sus hijos eran de piel oscura, muy fuerte y de aspecto extraño, pero a
pesar de algunas características psicológicas inusuales, podrían aprender y
hablar como un ser humano normal. Cuatro de sus hijos sobrevivieron a la edad
adulta: Dos niños, Dzhanda y Khwit, nacidos en 1878 y 1884 respectivamente, y
dos niñas, Kodzhanar y Gamasa, nacidas en 1880 y 1882 respectivamente.
Una de las costumbres de los
Yetis era el de lavar a los recién nacidos en un río helado, para quitarles el
fuerte olor y protegerlos de depredadores y humanos. Obviamente, sus bebes eran
fruto de relaciones con el ser humano, por lo que los recién nacidos no
heredaron su tolerancia a las bajas temperaturas, muriendo al menos uno de sus
hijos por este inusual hábito. Uno de sus hijos menores llamado Khwit era
increíblemente fuerte y tenía la piel oscura, pero aparte de estos dos
atributos, parecía haber heredado los rasgos faciales de su padre, el noble
Genaba. El cráneo de Khwit fue entregado a un antropólogo, quien lo comparó con
otros cráneos masculinos típicos de Abjasia, mostrando claramente que su cráneo
era significativamente mayor en comparación con la media de Abjasia. Zana
falleció en 1890 y continúa desconociéndose el paradero de su esqueleto.
Evidencias genéticas
Sykes explicó que mientras
algunos expertos han sugerido que la “mujer mono” era cien por cien
genéticamente de África, los resultados de sus pruebas han demostrado que tenía
poca semejanza física o genética con cualquier grupo del África moderna. Sykes
ha publicado un libro titulado “The Nature of the Beast (La Naturaleza de la
Bestia)”, en la que escribe que los antepasados de Zana podrían haber salido
de África hace más de 100.000 años y vivido durante muchas generaciones en la
región del Cáucaso remoto.
Nieta (izquierda) y el hijo de Zana (derecha)
El genetista también aseguró
que Zana tuvo al menos cuatro hijos, engendrados por hombres de la localidad, y
algunos de sus descendientes todavía viven en la zona. Sykes realizó pruebas de
ADN en la saliva de seis de sus descendientes vivos y en un diente de uno de
sus hijos.
“Los resultados serán
publicados en la prensa científica normal así que no puedo ser más específico”,
dijo Sykes.
Pero esta no es la primera vez
que Sykes se convierte en noticia de los principales medios de comunicación por
temas relacionados con yetis. Sykes también afirmó haber descubierto evidencia
genética en muestras de cabello de una especie previamente desconocida de oso.
Y aunque muchos de sus colegas han desacreditado sus investigaciones, él se
mantiene firme en que podrían existir misteriosos primates· en regiones remotas
del mundo, y que la gran cantidad de casos bien documentados lo convencen de
que realmente existen en la actualidad.
Fuente:
http://www.mundoesotericoparanormal.com/
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