¿FICCIÓN O REALIDAD?
24 agosto, 2009 in
Aventuras, mi último viaje a la estancia “Patagonia Bay”, lugar en el que un
grupo de amigos estamos iniciando la construcción de un refugio a orillas del
Lago General Carrera –Patagonia de Aysén–
donde poder escaparnos del mundanal ruido, tuve ocasión de escuchar y
vivir una historia que no puedo borrar de mi mente, por lo fantástica e
increíble que parece.
Me encontraba con mi amigo
Fernando en la desembocadura de uno de los tantos ríos que desaguan en el
Carrera. Íbamos a comenzar allí una nueva jornada de pesca y –mientras preparábamos
las cañas y las artes– disfrutábamos de un paisaje de indescriptible belleza y
de un reconfortante mate con el que combatir el frío. A esas tempranas horas de
la mañana –y en pleno otoño austral– la temperatura era muy baja, pese a asomar
tras las montañas unos brillantes rayos
de sol que prometían un hermoso día despejado. Repentinamente, aparecieron tras
la penetrante arboleda que nos rodeaba dos “baqueanos” que fueron reconocidos
de inmediato por mi amigo Fernando, que nació y pasó toda su juventud en la
zona. Notamos que, tras dirigirnos un rápido pero atento saludo, picaron con
sus típicas espuelas chilenas las sudadas cabalgaduras con la intención de
alejarse cuanto antes de la rivera del lago, como si los persiguiera el diablo.
Al darse cuenta, mi amigo les gritó: “¡Chanten la moto*, muchachos! ¿Qué les pasa? ¿Les
persigue acaso algún león?”
Nos habían comentado que,
un par de días atrás, habían sorprendido muy cerca del lugar a una pareja de
pumas acechando a los animales que crían los campesinos de la zona. Debido a
los fríos y a la falta de alimentos en los cerros donde habitan, estos hermosos
felinos están empezando a aproximarse demasiado a las poblaciones y ranchitos
de los lugareños.
Los dos hombres detuvieron
sus caballos y volvieron hacia nosotros: “No patrón, es que vimos nuevamente al
“engendro del lago”… ¡Se lo juro!”,
dijo uno de ellos con voz alterada. Parecían sobrios, así que Fernando –con una
media sonrisa en su rostro– le espetó: “Momentito, Lautaro. ¡Cálmese, pues
hombre..! Usted es un baqueano recio. ¿Qué mierda le está pasando..? Cálmese,
tómese un matecito y cuéntenos con detalle.”
Así que, por segunda vez,
escuché de boca de un lugareño la fantástica historia de la aparición de un
extraño animal marino que empezó a avistarse cerca de las Catedrales de Mármol
del Lago General Carrera, tras la erupción del volcán Hudson en agosto de 1991.
Yo, sinceramente, nunca he
creído demasiado en estas leyendas (incluida la del Monstruo del Lago Ness),
pero debo reconocer que existen muchos informes sobre extrañas bestias
acuáticas aún por identificar en muchos lagos del mundo. Es, ciertamente, uno
de los enigmas más fascinante de hoy día para bastantes zoólogos y –según
recuerdo haber leído en alguna revista– existen en nuestro planeta unos treinta
lagos que albergan un monstruo en sus aguas: “Nahuelito”, llamado así porque
según dicen habita el argentino lago Nahuel Huapi –no demasiado lejos de aquí
si tenemos en cuenta las enormes distancias patagónicas–, es el primero que se
me viene a la cabeza.
Lautaro, el mayor de los
lugareños, logró finalmente relatarnos lo vivido por ellos minutos antes. Según
él –y su tono de voz me pareció absolutamente sincero– cuando volvían de Puerto
Tranquilo escucharon un ligero chapoteo
no muy lejos de la orilla del lago. Cuando ambos miraron en dirección a ese
punto, pudieron observar una misteriosa criatura, de unos seis metros de largo,
que emergió lentamente de las aguas para volver a hundirse en ellas pocos
instantes después. “Parecía una serpiente, don Fernando… tenía la piel lisa en
la parte delantera del cuerpo y medio escamosa en la cola… Es verdad lo que le
estoy contando, patrón… Otra gente también lo ha visto en el lago…”
Tranquilizamos al buen
hombre –su compañero no habló en ningún momento– y le dijimos con un falso tono
de humor que no se preocupara, que él no era pescador y tampoco se iba a meter
en el agua con este frío. Pero Lautaro seguía con una expresión seria en su
rostro, y se despidió de nosotros con gesto apurado. Mi amigo y yo nos miramos,
después giramos al mismo tiempo nuestras cabezas en dirección al lago y nos
encogimos de hombros… Estuvimos pescando más de cuatro horas y capturamos un
par de enormes salmones, pero en aquella ocasión no vimos al “monstruo” del
Lago Carrera.
Mientras volvíamos a
Patagonia Bay, sin hablar demasiado y todavía impresionado por la historia que
nos había contado Lautaro, yo pensaba para mí: ¿Realmente existe un extraño ser
en el Lago Carrera? ¿Es posible que un reptil marino de tales proporciones
sobreviva en aguas tan frías y australes? Le hice estas preguntas a Fernando,
pero me respondió con evasivas… “Tal vez el tiempo, y con suerte un pescador
que capture a la bestia lo dirá…”, dijo finalmente.
Dos semanas después de mi
viaje a la Patagonia de Aysén — y ya de nuevo en Viña del Mar– recibí un mail
de mi amigo en el que me adjuntaba las cuatro fotos que pueden ver en este
post. Sólo había escrito: “Querido Luis: ¿Nos acecha el monstruo del Lago
Carrera?
Tal vez el tiempo lo
dirá.” Luis Irles
Fuente:
El Faro del Fin del Mundo
* Chanten la Moto: Expresión popular chilena para decir "deténgase ...."
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