CUANDO
EL CHUPACABRAS ATERRORIZÓ A LA REGIÓN
A la misteriosa
"bestia" le gustaba pasear por El Loa dejando animalitos sin una gota
de sangre. Nunca lo pillaron.
Pedro Villegas, parcelero de
Calama, estaba seguro que no fueron perros los que mataron a 31 de sus ovejas
en un predio en las afueras de la ciudad, a principios de abril del 2000. Los
animales, muertos todos sin explicación aparente, le dieron vida a una sicosis
colectiva personificada en el Chupacabras, una bestia sanguinaria que
literalmente vaciaba a sus víctimas, dejándolas sin una gota de sangre.
Hay real miedo en los parceleros
loínos. A finales de abril en el sector de La Banda ya hay 140 animales secos y
con el gobernador de El Loa, Francisco Segovia, se ponen de acuerdo para hacer
una "operación rastrillo" en busca de un animal que hasta entonces no
había visto nadie. A los días, Carabineros dice tener la respuesta: una perra
salvaje atraía a varios canes del basural, atacando los animalitos. El SAG, lo mismo: perros salvajes.
El argumento de los perros no lo
cree nadie. En Avenida La Paz aparecen enormes huellas que difícilmente
corresponderían a uno por su profundidad y tamaño. La PDI se trajo un
"experto en huellas", el ingeniero Víctor Espinoza. El hombre examinó
lo que había en La Banda y quedó para dentro. "Nunca ví algo igual",
dice.
Por la noche, los parceleros
hacen guardia y le tiran señuelos al Chupacabras, pero el animal, más vivo, no
aparece en una semana por ahí. El que sí lo ve es Claudio Larrondo, vigilante
de un perdido puesto en el Salar de Atacama que habría sido atacado por el
bicho, dejándole varios arañazos.
Por alguna razón, todo el mundo
quiere guardar silencio del tema. Los casos que van apareciendo se saben recién
a los días de ocurridos, porque luego el Chupacabras deja El Loa un tiempo y se
va a Cobija. En mayo, 40 gallinas y patos amanecen sin sangre. Los rumores
atraen a todo el mundo: periodistas santiaguinos hacen guardia en Calama y
-supuestamente- habrían misteriosos expertos de la NASA bajando de helicópteros
en la mitad de la nada con las bestias en una jaula.
Mientras siguen apareciendo
versiones del origen del monstruo -una veterinaria asegura que es un murciélago
mutante-, el Chupacabras no para de atacar: varios camioneros lo han visto
paseando por las noches en María Elena y a veces merodea por el Terminal
Agropecuario de Calama.
Aunque el Chupacabras seguiría
apareciendo, ese año los medios santiaguinos insisten tanto buscando datos que
ya tienen chatos a los parceleros de La Banda, donde partió todo. El gobernador
Segovia apuntó directamente a los ufólogos y otros "expertos" que
desfilaban por la tele explicando qué era la misteriosa cosa que tenía
aterrorizada al norte. "Algunos hombres inescrupulosos se han lucro de las
necesidades de estos habitantes", dice.
Ignacio Araya Chanqueo
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