“LA EVOLUCIÓN DE LA
MENTE NO ES ALGO ACCIDENTAL”
El filósofo Peter Godfrey-Smith explora el origen de la
consciencia a través del estudio de los pulpos
Peter Godfrey-Smith (Sídney, Australia, 1965) cuenta con
cierta melancolía el momento en que se enteró de que cefalópodos como los
pulpos o las jibias no viven mucho más de dos años.
Después de mucho tiempo buceando junto a ellos para estudiar
su comportamiento había descubierto que poseen mentes complejas con curiosidad
por el mundo que les rodea y mucho ingenio para adaptarse a las circunstancias.
Sin embargo, parece que la evolución favoreció una vida corta e intensa, en la
que estos animales se reproducen pronto y viven rápido, para dejarlo todo hecho
antes de caer en las fauces de otros depredadores. Este filósofo de la ciencia
de la Universidad de Sídney considera un desperdicio que no tengan existencias
más prolongadas, como suele suceder con los vertebrados, la otra línea
evolutiva en la que surgieron las mentes.
Godfrey-Smith acaba de publicar en castellano el libro "Otras mentes"
(Taurus), un libro en el que explora los orígenes de la consciencia a través de
unos seres que son “lo más parecido a una inteligencia extraterrestre que
podemos encontrar en la Tierra”. Los pulpos, los calamares o las jibias,
descendientes de moluscos que perdieron sus conchas, son una muestra de que la
evolución puede favorecer la aparición de cerebros en circunstancias muy
diferentes y animales completamente distintos. En esas mentes extrañas, el
filósofo ha querido encontrar vestigios del camino que seguimos hasta
convertirnos en lo que somos.
Pregunta. Después
de todo este tiempo estudiando a los pulpos, ¿puede decirnos qué se sentiría
siendo uno de ellos?
Respuesta. No
creo que haya ningún animal familiar, como un perro o un gato, que pueda ser
una comparación natural. Son muy diferentes. Para intentar entender qué
significa ser como ellos, tendríamos que empezar a imaginar modificaciones de
nuestro propio caso y aceptar que se trata de una aproximación imperfecta.
Podemos empezar por los sentidos. Si eres un pulpo, tienes muy buenos ojos. Son
animales muy visuales. Tienen un ojo cámara, como nosotros. Pero por otro lado,
aunque no puedan ver con todo su cuerpo, toda su piel tiene algún tipo de
sensibilidad a la luz.
Si tomas el caso del sentido del gusto, los pulpos son muy
sensibles químicamente y eso lo tienen en común con nosotros, que podemos tener
un gusto o un olfato muy sensibles. Pero, además, todo lo que un pulpo toca con
sus brazos también es capaz de probarlo. A través de sus brazos les entra una
cantidad de información sensorial abrumadora.
Creo que una de las cosas que hace que esta comparación
entre ellos y nosotros sea especialmente difícil son las preguntas sobre la
existencia de un centro unificado de la experiencia, que nosotros sí tenemos y
es difícil conocer si es así en su caso.
P. La evolución
creó mentes en distintos momentos de la historia del planeta. ¿Cree que hay
alguna ley que lleve inexorablemente a la aparición de mentes y que esto podría
suceder también en otros planetas?
R. Imagina que de
todos los animales de la Tierra tienes solo un linaje, los vertebrados, en el
que tienes más complejidad. En todos los demás tienes una simplicidad extrema.
Esto daría algún sustento a la idea de que la evolución de sistemas nerviosos
complejos y de algo parecido a la experiencia podría ser algo muy raro e
irrepetible. Pero en el mundo tenemos al menos una línea aparte que también
tiene algo parecido a una mente. Entonces tienes estos dos casos y creo que
cada vez se considera más probable que algunos artrópodos, incluso de una forma
diferente cangrejos y abejas, también hayan evolucionado de forma independiente
algunos de estos rasgos. Menos complejos que los pulpos o nosotros, pero con
algunas de las propiedades que pueden dar lugar a una mente simple. Si asumimos
eso, tiene sentido pensar que la evolución de la mente no es algo accidental.
Creo que la palabra ley es demasiado fuerte. Pero sí
podríamos hablar de una tendencia. Te puedes imaginar llegando a un planeta que
alberga vida y empiezas a mirar a tu alrededor y a preguntarte qué puedes
esperar encontrar. Creo que por lo que hemos visto en la Tierra es posible que
haya algo parecido a la vida animal, formas multicelulares donde el cuerpo está
unificado por algo como un sistema nervioso. Creo que eso es algo que parece
natural que aparezca. Más allá de eso, la existencia de un comportamiento y
unos sentidos complejos y, junto a estos rasgos, algo como una vida mental. No
hay una inevitabilidad, pero sí algo parecido.
P. En el libro habla
de Octópolis, una especie de comunidad de pulpos en la que estos animales,
normalmente solitarios, conviven con muchos otros en una especie de sociedad.
Normalmente, los animales sociales tienen cerebros más complejos. ¿Podrían
lugares como Octópolis ser la base de un cambio en la evolución de la mente de
los pulpos hacia una mayor complejidad?
Para incrementar su inteligencia, los pulpos tendrían que
vivir más y desarrollar una relación de enseñanza padre-cría
R. La particular
naturaleza de Octópolis es tal que no espero que suponga la aparición de algo
demasiado importante. Y eso es por la naturaleza de la reproducción de los
pulpos. Cuando un pulpo pone huevos y eclosionan, las larvas parten de allí y
se convierten en plancton. Aunque haya habido varias generaciones de pulpos
viviendo en Octópolis no hay razón para creer que los que están ahí ahora sean
los hijos o nietos de otros pulpos que también vivieron allí. Es más probable
que llegasen de otro lugar, porque en el momento en que las larvas son parte
del plancton van a la deriva aleatoriamente.
Lo interesante del lugar, aunque no vaya a tener
consecuencias a gran escala, es que sugiere que en algunas circunstancias es
posible que los pulpos pasen mucho tiempo relacionándose entre ellos y teniendo
que aprender a convivir. Creo que si eso sucediese mucho, haría posible una
evolución posterior, que requeriría mucho tiempo, miles de millones de años. No
es algo que ocurriría en una escala temporal visible, pero sí, creo que es
posible.
Hay dos cosas que tendrían que evolucionar. Por un lado, la
longitud de sus vidas, que son demasiado cortas, uno o dos años. Y otro rasgo
importante, tanto en mamíferos como aves, que a ellos les falta, es algún tipo
de relación de enseñanza padre-cría, donde los padres proporcionan cuidados no
solo para los huevos, sino para la nueva generación, que aprende como
consecuencia de estar alrededor de sus padres. En los pulpos eso no existe.
Cuando el huevo se rompe, la larva no vuelve a ver a su madre, que muere
bastante pronto.
P. Se suele
pensar que la complejidad de una mente depende de la complejidad de la vida
social del animal. ¿Sería posible que un animal que no tenga una vida social
tan compleja se convierta en un ser tan inteligente como un animal social?
R. Sobre este
asunto, es interesante el caso de los orangutanes. Los orangutanes son primates
con grandes cerebros, muy complejos, pero son poco sociales. Serían el ejemplo
de primate con una vida social limitada y un gran cerebro y un comportamiento
complejo. Hay gente que cree que los orangutanes solían ser sociales y
abandonaron esa vida recientemente, así que no cuentan, pero creo que nadie
está seguro de eso. Sería un caso interesante para estudiar esta cuestión.
Vídeo La ley alcanza pero no derrota a la ‘Robin Hood de la
ciencia’
DANIEL MEDIAVILLA
11 DIC 2017 - 12:50 CET
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