SE TRATA DE LA
BALLENA PICUDA, CETÁCEO MUY ESQUIVO A LA PRESENCIA HUMANA.
No se han encontrado
más de 6 documentos con una descripción del cráneo de este tipo de ejemplar y
en Chile central sólo hay unos pocos cráneos investigados por especialistas
nacionales.
1,5 metros es la dimensión cercana del cráneo donado
8 metros es la longitud máxima de una ballena picuda, lo que
demuestra que es pequeña en relación a las orcas que miden entre 8,5 y 10
metros
Los análisis preliminares permiten apreciar que el cráneo es
de un animal inmaduro (joven) y que tiene mucha semejanza con el Hiperodonte
del sur (Hyperodoon planifrons), del que se cuentan algunos registros en el
país y se encuentra en aguas frías
“Se debe destacar el ímpetu que tuvo el pescador Sergio
Villarroel al encontrar el cráneo y contactarse con investigadores con el
objetivo de saber de qué especie se trata. Lo que queremos es -además de
determinar la especie de ballena picuda- conservarlo y exhibirlo para que la
comunidad pueda conocer más sobre esta especie”, señala Jorge Acevedo
Un cráneo de una ballena picuda fue entregado al Centro
Regional Fundación Cequa para ser investigado y obtener mayores antecedentes
sobre una especie de la que se tiene poca información objetiva. Esto permitirá
realizar estudios sobre un cetáceo que es esquivo a la presencia humana. Uno de
los datos concretos sobre este animal es que se desplaza desde la zona central
hasta la Antártica.
Los análisis estarán a cargo del biólogo marino y
especialista en mamíferos marinos MsC. Jorge Acevedo Ramírez, quien se
desempeña en el área de Ecología de Ecosistemas Acuáticos de la Fundación Cequa.
La entrega del cráneo del cetáceo se materializó con la
donación de un pescador artesanal de Puerto Natales que encontró la pieza en
Ultima Esperanza hacia el año 2000. Sergio Villarroel mantuvo a resguardo el
cráneo -cuyas dimensiones superan 1,5 metros de largo- con el objetivo de que
éste pudiera ser entregado a una institución que valorara el hallazgo y que lo
utilizara para el quehacer investigativo.
Fue así que recientemente Villarroel entregó el cráneo al
Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) en Puerto Natales, entidad que lo
trasladó a las dependencias de Punta Arenas. Y ese mismo organismo entregó el
cráneo de ballena picuda al Centro Regional Fundación Cequa el 30 de junio
pasado, tras conversaciones con esa entidad y el propio Villarroel.
“Acá se debe destacar el ímpetu que tuvo el pescador Sergio
Villarroel al encontrar el cráneo y contactarse con investigadores con el
objetivo de saber de qué especie se trata. Lo que queremos es -además de
determinar la especie de ballena picuda- conservarlo y exhibirlo para que la
comunidad pueda conocer más sobre esta especie”, señala Jorge Acevedo.
Comenta que, una vez encontrado el cráneo, durante mucho
tiempo Sergio Villarroel trató de averiguar a qué especie pertenece. Al
recibirlo el Centro Regional Fundación Cequa se estableció que corresponde a
una especie muy particular entre los cetáceos, como lo son las ballenas
picudas.
Explica que los análisis preliminares permiten apreciar que
el cráneo es de un animal inmaduro (joven) y que tiene mucha semejanza con el
Hiperodonte del sur (Hyperodoon planifrons), del que se cuentan algunos
registros en el país y se encuentra en aguas frías. Al menos morfológicamente
el cráneo se asemeja a otros cráneos de ese tipo. Por ello, se realizarán
medidas morfométricas del cráneo y se trabajará en la confirmación de si es o
no un Hyperodoon. También se realizarán estudios que permitan determinar el
sexo.
Todos estos análisis se harán una vez que se extraiga parte
del tejido del hueso, muestra que será analizada con el equipamiento científico
perteneciente al centro de investigación regional.
Una ballena picuda
Jorge Acevedo precisa que al ejemplar en cuestión se le
llama ballena picuda, pero en la práctica no se trata de una ballena en sí ya
que tiene dientes y por lo tanto se
trata de un odontoceto (conocidos
comúnmente como cetáceos dentados) perteneciente a la familia de los zífidos.
“Hay poca información sobre la especie, por lo que se ha tenido que revisar
información bibliográfica. A eso hay que sumar los análisis correspondientes al
cráneo en sí”, agrega.
Ballena picuda en costas de Nueva Zelanda
El cráneo tiene una dimensión cercana a 1,5 metros. La
especie en general no supera los 8 metros, lo que demuestra que es pequeña en
relación a las orcas que miden entre 8,5 y 10 metros. No hay mucha información
sobre este cetáceo ya que, por lo general, al trasladarse por las aguas sólo
hacen unas pocas respiraciones sobre la superficie y luego desaparecen. No se
han encontrado más de 6 documentos donde haya una descripción del cráneo de
este tipo de ejemplar y en Chile central sólo hay unos pocos cráneos
investigados por especialistas nacionales.
Paola Acuña, directora ejecutiva del Centro Regional
Fundación Cequa, califica la donación del cráneo de ballena picuda como “un
maravilloso material para estudio. Se agradece la confianza en dejarlo a
resguardo y para investigación en el Centro Regional Cequa. Destaco el empeño
de don Sergio por saber a qué especie corresponde y compartirlo. Estamos frente
a un ejemplar de zífido y mediante estudios morfométricos y genéticos esperamos
determinar el sexo y si se trata de un
ejemplar de Hyperodoon planifrons. Estas son especies poco comunes y la mayoría
de los registros existentes han sido por estudios de cráneos”.
Amplia experiencia en cetáceos marinos
Jorge Acevedo tiene amplia experiencia en cetáceos
marinos. Trabajó durante varios años en
la Antártica en proyectos vinculados al lobo fino antártico en la isla
Livingston, en el sector de las Shetland del Sur. Posteriormente se trasladó a
Punta Arenas y comenzó a trabajar junto a otros investigadores como el profesor
Anelio Aguayo y la doctora Paola Acuña en varios temas de investigación como la
ballena jorobada en el área del Parque Francisco Coloane; la foca Elefante del
sur y la foca leopardo en el seno Almirantazgo; y las ballenas Sei que
empezaron a apreciarse en los últimos años en varios puntos de la región.
Recuerda que cuando por primera vez se informó sobre la
presencia de la ballena jorobada, no había claridad sobre si esta especie
contaba con un área de alimentación en la que permanecían o si continuaban su
migración a la Antártica. Ahí se comenzó a levantar información y después de 2
ó 3 años se pudo confirmar que los ejemplares se quedaban en esos lugares y se
descartaba la idea de que eran animales en tránsito hacia la Antártica.
Se comparó la información obtenida con catálogos de
fotoidentificación en la Antártica para establecer si había algún ejemplar en
tránsito hacia el continente blanco. Hasta ahora eso no ha ocurrido, lo que se
traduce en que se trata de dos áreas discretas de alimentación.
Luego se comenzaron a comparar esos datos con los obtenidos
de las ballenas que llegan al sector del golfo Corcovado, ubicado en la costa
sureste de Chiloé, pero tampoco aparecen ejemplares de las otras dos en ese
lugar. Estos resultados han sido
comunicados a través de informes a la Comisión Ballenera Internacional,
reconociéndose actualmente que en Chile hay tres áreas de alimentación para las
ballenas jorobadas: el golfo Corcovado, el estrecho de Magallanes y la
Antártica. Potencialmente una cuarta área de alimentación de esta misma
especie, y que sería la más norteña, podría ser la localidad de Chañaral de
Aceituno, donde ya desde algunos años se han avistado algunas ballenas
jorobadas alimentándose durante todo el verano, pero aún faltan estudios
específicos para confirmar o rechazar esa idea.
Investigar a los cetáceos
Sobre el financiamiento de sus estudios, Acevedo precisa que
desde el año 2002 y hasta el año 2007 su trabajo se sustentó directamente con
recursos basales de Fundación Cequa,
obtenidos a través de Conicyt y el Gobierno Regional de Magallanes, lo que en
Cequa se entiende como estudio de continuidad. Posteriormente estas investigaciones se han fortalecido con
financiamientos obtenidos de proyectos de investigación específicos, en la
alianzas con privados y el vínculo de colaboración con centros de
investigación internacionales. En el caso de particular del AMCP Francisco
Coloane, hay un vínculo muy importante con Expediciones Fitz Roy, porque esa
compañía integra a la ciencia en su circuito de turismo. “Con ellos hemos
estado trabajando desde el año 2009. El guía de turismo a bordo del Forrest
(Francisco Martínez) es un apoyo muy importante a nuestro trabajo, e incluso ya
es un investigador más de nuestro equipo ya que hace foto-identificación de los
ejemplares y nos colabora con abundante información de la especie”, agrega.
A esto hay que mencionar que el área de investigación en
mamíferos marinos del Cequa es de las más antiguas del Centro Regional,
liderada en sus inicios por Anelio Aguayo y donde sus jóvenes colaboradores
eran Jorge Acevedo y Paola Acuña.
Resalta que otro proyecto paralelo que se está ejecutando en
Fundación Cequa es en la isla Contramaestre, el cual permitirá además levantar
información sobre la ballena Sei que también se desplaza por ese sector.
Acevedo destaca la importancia de investigar a los cetáceos
presentes en las aguas australes porque, entre otros aspectos, hay que
concientizar a las comunidades sobre la necesidad de preservar estas especies
en el tiempo. Menciona, por ejemplo, el varamiento de una ballena jorobada que
tiempo atrás ‘chocó’ con una embarcación. “Ese es un problema que hay que
asumir y hay que ver el efecto que este tipo de colisiones pueden tener sobre
la población que migra al estrecho de Magallanes. La población no está
creciendo y si pierdes una hembra pierdes muchas generaciones posteriores.
Según modelos de simulación, “si una hembra muere cada dos años la población se
va a ir a pique en unos años más. Entonces tenemos que estar consientes de eso” y debemos tomar medidas
para evitar esto, recalca.
En el caso de la ballena Jorobada que se alimenta en el
AMCP, éste tiene cerca de 180 ejemplares individualizados desde el año 2002 a
la actualidad.
Fuente: La Prensa Austral